Seguramente cuando hayas leído el título de este artículo no hayas entendido nada. TranquilX, voy a hacerte una pequeña introducción. Usain Bolt es el hombre más rápido de la historia. En la final de los 100 metros lisos de los juegos olímpicos de Londres 2012 corrió en 9.63 segundos, rompiendo todos los récords. Kilian Jornet es el más conocido corredor de ultratrail del mundo, además de dominar otras disciplinas de montaña como el esquí o el alpinismo. Ambos son iconos mundiales, y ambos son los mejores en su disciplina. La diferencia es la distancia, la altura y la velocidad de cada una de esas disciplinas. Pues bien, vamos a trasladar esta comparación a los negocios.
Comencemos por una pregunta importante: ¿Dónde crees que están los beneficios reales de tu negocio, en el corto, medio o largo plazo? Existen negocios de todo tipo pero, salvo en casos muy concretos, los mayores beneficios de un negocio suelen comenzar a generarse en el medio plazo, y consolidarse en el largo plazo. Esos casos especiales pueden ser determinadas aplicaciones en las que se invierten grandes sumas de capital y que necesitan un retorno inmediato, o algunos negocios digitales como Ecommerce que invierten en grandes campañas de lanzamiento de productos, en momentos en los que el CPC (Coste Por Click) todavía no es demasiado alto por lo novedoso de la oferta. Pero, incluso en esos casos en los que la inmediatez del retorno es una exigencia, los beneficios tienden a ser mayores a lo largo del tiempo, cuando la empresa consolida su Marca en el mercado.
Continuemos con otra pregunta: ¿Cómo de amplio y variado es el porfolio de productos/servicios de tu empresa? Aquí ya hay muchas posibilidades. Desde negocios cuyo foco está puesto en un producto muy concreto que supone prácticamente el 100% de la facturación, hasta empresas que ofrecen un catálogo infinito de servicios o productos e inciden en su enorme oferta como valor diferencial frente al resto de la competencia.
Ejemplos del primer caso podrían ser negocios que venden GPS para coches, o herramientas tecnológicas para cocinar. Ejemplos del segundo caso son mucho más habituales, como cualquier tipo de empresa del sector agroalimentario o del sector textil.
Podríamos continuar con muchas más preguntas que serían determinantes para saber si somos Usain Bolt o Kilian Jornet. ¿Cuál es tu principal método de venta? ¿Cuál es tu principal canal de venta o cuáles son los canales en los que tu Marca está más presente? ¿Tus ventas están asociadas a campañas muy concretas y estacionales, o son recurrentes durante todo el año?
Pero en realidad lo importante no es a cuál de estos deportistas se parece más nuestra compañía, evidentemente. La duda que estamos tratando de despejar en último término es la siguiente: ¿Debemos prepararnos para ser rápidos y potentes en un aspecto concreto y en el corto plazo? ¿O por el contrario sería mejor sacrificar ese corto plazo para ganar en resistencia, versatilidad y capacidad de respuesta a largo plazo? La respuesta solo la conoce cada negocio, pero desde luego es una pregunta que debemos plantearnos sí o sí. Porque de lo contrario podríamos cometer un grave error que nos condujera a un punto crítico para nuestro negocio.
Como empresarios tendemos a actuar, de un modo casi inconsciente, pensando en los resultados a corto plazo. Ya hemos dicho que, en casos puntuales y poco habituales, es una buena estrategia de negocio. Pero todos sabemos que en la mayoría de empresas el verdadero beneficio está en el largo plazo. Y cualquier estrategia que pretenda tener éxito debe contemplar esto. Un ejemplo habitual en compañías de un determinado tamaño y entidad es el de los sistemas conocidos como ERP (Enterprise Resource Planning).
Cada vez que se plantea la implantación o mejora de este tipo de tecnología, el Usain Bolt que llevamos dentro, el velocista que quiere llegar rápido siempre, se instala en nuestra mente para sabotear nuestro pensamiento y conducirnos a una decisión que tal vez no sea la más acertada.
Es totalmente entendible que no se instale un ERP porque no resuelve las necesidades de la empresa, porque la inversión es tan alta que jamás se recuperaría (por muy eficaz que sea el ERP) o porque es demasiado complejo como para esperar que pueda llegar a controlarse.
Son motivos más que suficientes para decidir no avanzar en esa dirección.
Pero cuando los motivos son otros, entonces estamos olvidando nuestro objetivo y cometiendo un grave error.
El motivo jamás debería ser que no es un buen momento, que se ralentizarán algunos procesos o que la inversión es demasiado. A veces incluso se dedican esas inversiones a comprar otra máquina para producir o a publicidad, cuando todo eso no nos servirá de nada si dentro de unos años no somos capaces de mantener el ritmo que el mercado y la competencia nos exigen. Porque no olvidemos que eso es lo que nos permitirá un ERP óptimo.
Tal vez ahora otros nos adelanten, como Usain Bolt adelantaría a Kilian Jornet si esto fuera una carrera de 100, 200 ó 400 metros lisos. Pero en el mundo de los negocios, y más en el siglo XXI, en la era digital, los cambios son constantes y muy rápidos. Y si no somos capaces de reaccionar y adaptarnos rápidamente, es probable que no lleguemos más allá de esos 400 metros..
Por eso, a pesar de que implantar un ERP pueda llevar tiempo (dependiendo del tipo de sector y empresa) y requiera de aprendizaje y de readaptación de algunos procesos, no me cabe la menor duda de que conducirá a nuestras empresas a otro nivel, a cumplir objetivos que serían impensables de otro modo. Porque seguramente, si le preguntáramos a Kilian Jornet (tal vez algún día lo hagamos), nos diría que ha tenido que pasar por todo tipo de situaciones difíciles para llegar a conseguir todos los retos que se ha propuesto. Nos diría que nunca deja de aprender y de ser valiente, y que merece la pena renunciar a ser el más veloz para ser el que llega a más sitios, más alto y más lejos.